Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1884-1885 (Cortes de 1884 a 1886)
Sesión: 22 de junio de 1885
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Discurso sobre lo expuesto por el Sr. Fernández Villaverde
Número y páginas del Diario de Sesiones: 179, 5277-5278
Tema: Viaje de S. M. el Rey a Murcia

Señor Presidente, después de la oportuna intervención de S.S., para mí la explicación del Sr. Villaverde no sólo es suficiente, sino sobrada.

Yo refería un hecho público y notorio en Madrid: que la caballería de la Guardia civil vino, por lo menos dos veces, desde la puerta del Sol hasta la Presidencia al galope, y volvió atropellando a toda la gente que había en la calle. Este es el hecho de que puede dar fe el Sr. Presidente del Congreso, que se retiraba tranquilamente del paseo, y yendo a su casa en aquella dirección, tuvo que volverse y tomar por calles extraviadas. De ese hecho pueden testificar también algunos Sres. Diputados que lo presenciaron desde el Veloz-Club. (Los Sres. Marqués de Sardoal y Albareda piden la palabra). Pues ese es un hecho, Sres. Diputados, que no puede ocurrir en la capital de ninguna Nación civilizadas: eso no ocurre más que le Riff. (Siguen los rumores e interrupciones y la aprobación en las minorías).

De todas maneras, ¿qué disposiciones se habrían tomado aquella noche, cuando ni aun a los capitanes generales de ejército que iban a cumplir con su deber presentándose al S. Ministro de la Guerra y al Sr. Ministro de la Gobernación se les permitía pasar? Tuvieron necesidad de declarar su altísima dignidad para que les dejaran paso franco por la calle. (Rumores).

¡Pues no faltaba más sino que ni aun eso hubierais permitido! ¡Qué suerte correrían los demás ciudadanos!

Os voy a referir una cosa.

Vive una persona que no se dedica a la política en la calle Preciados, y desde una casa que acostumbra a visitar, se iba tranquilamente a la suya, si bien con cuidado por lo que había oído de los sucesos de aquella noche. Llegó a la entrada de la calle Alcalá junto a la puerta del Sol, y le dijo un comandante de la Guardia civil: "¿Tiene usted necesidad de pasar precisamente por la Puerta del Sol?" Y le contestó este honrado vecino: "Precisamente necesidad, no; pero es el camino que llevo siempre para mi casa, porque vivo a la entrada de la calle Preciados". Entonces le replicó aquel comandante: "Mire usted, si tiene otro camino para ir a la calle Preciados, váyase por otro lado, porque hay orden de que si alguien tira una piedra o da silbidos, se conteste a tiros, y como al pasar usted por la Puerta del Sol, puede alguien malvado tirar una piedra o dar un silbido, se expone usted a recibir un tiro".

¡Comparad esto, Sres. Diputados, con lo que otro Gobierno hizo en circunstancias más graves en Barcelona! Asusta lo que pudiera aquí suceder si a este Gobierno le ocurriera algo parecido a lo que le ocurrió a aquel en Barcelona; y eso que nosotros defendíamos la ley, mientras que vosotros sostenéis vuestras insensatas arbitrariedades.

Tengo que hacer una excepción honrosa del capitán general de Madrid; y puedo hacerla con tanto más motivo, cuanto que hace mucho tiempo no tengo el gusto de tratarle, ni aun de saludarle. Pero el capitán general no perdió la serenidad un solo momento, cuando a esto era a lo que se tendía, a que la tropa sacada de los cuarteles a deshora contra la voluntad del capitán general (Rumores) hubiera producido algún conflicto; que no hay cosa más peligrosa que sacar la tropa de los cuarteles cuando no es necesaria, entre otras razones, porque no impunemente se puede insultar al jefe de un batallón o de una compañía y hacer en su presencia manifestaciones contrarias al orden, que por su poca gravedad pasan desapercibidas cuando no hay esos peligros.

Por lo demás, yo siento que le Sr. Villaverde, gobernador de Madrid, defienda con tanto calor sus procedimientos, que me parece a mí que más que procedimientos suyos son procedimientos de este Gobierno, y bastante desdicha tiene una autoridad y un Gobierno que usa estos procedimientos.

Ya sé yo que al Sr. Villaverde no le asustan las cuestiones de orden público, hasta el punto de que olvidándose del orden público, de la sanidad y de que el cólera estaba en Madrid, ha concurrido dos días seguidos a las sesiones de la Comisión provincial.

Cuando había un motín que no hubiera tomado proporción alguna si la autoridad cumpliendo con su deber hubiese ido al punto donde el motín nacía; ese gobernador no hizo eso, sino que se fue a la Diputación provincial. ¿Y sabéis a qué fue allí, Sres. Diputados? pues a prestar el mayor servicio a la Patria, a salvar al país del mayor de los peligros. ¿Y sabéis cuál era este peligro? Que no fuesen individuos del Municipio elegidos por el voto popular, los Sres. Castelar, Moret y Prieto y Caules. El Sr. Castelar ha sido Jefe del Estado, es representante del país; pero ¡ah! esto no importa, el Sr. Villaverde vota en contra de él, y el Sr. Castelar no puede ser concejal de Madrid. El Sr. Moret, a quien todos conocéis, Diputado que está entre nosotros, ministro que ha regido los destinos de la Nación; el Sr. Moret pude ser catedrático, puede ser Diputado, puede serlo todo; pero según el Sr. Villaverde, no puede ser concejal de Madrid, y va a la Comisión de la Diputación a votar contra él. El Sr. Prieto y Caules, que ha sido también Diputado a Cortes, dignísima persona, propietario, autor de varias obras, conocido de todo el mundo, elector y elegible, pero a quien le falta en las listas una media e, de la cual no habla la ley, tampoco puede ser concejal porque le Sr. Villaverde vota contra él. Y para hacer todas esas cosas es para lo que el Sr. Villaverde dejaba de cumplir con su deber, que era ir donde estaba el motín. ¿Qué importaba más: impedir que estos señores fuesen individuos del Municipio, o que la tranquilidad pública se alterase en Madrid?

Pero ¿qué importaba que Madrid ardiese, con tal que estos señores no llegasen a ser concejales? Ahí tenéis una muestra de la política de resentimientos, de la política de odio, de la política de ira, de la política de guerra civil, de la política de este Gobierno, política que no hace más que crear odios y producir rencores. ¿Es así como queréis salvar las instituciones? ¿Es así como queréis salvar al país? ¡Desdichadas las [5277] instituciones y desdichado el país si continuáis mucho tiempo en ese puesto! (Aplausos en las minorías). [5278]



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